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Es conveniente que yo dé a conocer las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán prodigiosas sus maravillas! Su reino es un reino sempiterno. Su señorío va de generación en generación.

»Yo, Nabucodonosor, gozaba en mi palacio de tranquilidad y prosperidad.

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